Diversos
estudios realizados en universidades del Reino Unido y de Canadá, plantean las
posibles consecuencias de ir a trabajar estando enfermos.
Pero
primero que todo, ¿por qué vamos a trabajar, si no nos sentimos bien de salud?
Existen dos motivos principales: la responsabilidad que conlleva nuestro trabajo,
y la inestabilidad laboral. Las personas, por temor a quedarnos atrasadas, o a
perder nuestro empleo, acudimos a laborar, así nos encontremos mal de salud,
sea por gripa, o por cualquier otra enfermedad.
Esto
se conoce como “presentismo” laboral, y no trae efectos positivos a las
personas. Si nos empeñamos a realizar nuestro trabajo, sea por presión del
jefe, por miedo a quedarnos sin trabajo, por exceso de compromiso a cumplir a
cabalidad las tareas asignadas, o el mismo gusto al trabajo, puede ser
perjudicial para la salud de cada uno y de los compañeros con quienes se
comparte.
El
estrés, los escasos recursos para desempeñar las tareas, la presión de los
jefes, la discriminación o el compromiso con la empresa, son factores cruciales
para generar este presentismo laboral.
Trabajar
enfermo lo único que genera, es que los síntomas de la actual enfermedad
aumenten, y esto afectará el trabajo que ejecutemos. Es importante garantizar
que estamos enfermos, y no nos sentimos
en total disposición de realizar nuestras tareas diarias, es mejor descansar, y
retomarlas cuando estemos totalmente recuperados.
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